No suelen ser como nos dicen que son, los finales. Y quizás ahí radica una de las dificultades de estos momentos: algunos instantes de la vida se nombran como finales, cuando en realidad no lo son —al menos no del todo—. A veces decimos “se ha acabado”, pero en realidad, todo es una continuidad, un cambio, un paso. Una frontera que a veces se cruza casi sin darnos cuenta.