
DESPEDIDA DE 4º DE ESO
No suelen ser como nos dicen que son, los finales. Y quizás ahí radica una de las dificultades de estos momentos: algunos instantes de la vida se nombran como finales, cuando en realidad no lo son —al menos no del todo—. A veces decimos “se ha acabado”, pero en realidad, todo es una continuidad, un cambio, un paso. Una frontera que a veces se cruza casi sin darnos cuenta. Hoy, en el día en que termináis 4º de ESO, no habéis llegado a un punto; estáis pasando por uno. Salís de un lugar, y os colocáis mirando hacia otro.
No hay finales definitivos —ya lo iréis viendo—, ni comienzos del todo claros. Lo que sí hay son pasos. Y esos pasos dejan huella. Vosotras y vosotros también habéis dejado una huella aquí, y a partir de ahora seréis parte de esta ikastola para siempre.
A las familias, también, gracias de corazón. Por haber estado a nuestro lado durante tantos años, en colaboración, y por habernos mostrado vuestra confianza y compromiso. Por estar dispuestas cada día a caminar de la mano, juntos. No es poco. Y no se olvida.
No sabemos si siempre lo hemos hecho bien. Seguramente no. Pero siempre lo hemos hecho de la mejor manera que sabemos: con vosotras y vosotros, por vosotras y vosotros, con la mirada puesta en sacar lo mejor de cada cual. Y esperamos, de verdad lo esperamos, que la ikastola haya sido para vosotras y vosotros no solo fuente de conocimiento, sino también refugio. Porque merecéis sentiros protegidas y protegidos, acogidas y acogidos, vistas y vistos, escuchadas y escuchados, y eso es lo que hemos intentado ofrecer mientras os acompañábamos en vuestro crecimiento.
Para muchas y muchos de vosotras y vosotros —tanto alumnado como familias—, la ikastola ha sido un segundo hogar. Aquí se ha oído vuestro nombre antes que en ningún otro sitio, y quizás aquí se escuchó por primera vez vuestra voz en euskera. Las primeras palabras, los primeros días, los primeros miedos y las primeras alegrías. Han pasado los años, y ya no sois los mismos. Y nosotros tampoco. Mientras os educábamos, también nos hemos educado. Nos debemos mutuamente lo aprendido.
Y ahora ha llegado el momento de marcharos de la ikastola. Hay nostalgia, sí, pero también alegría. Y, sobre todo, este es un momento para dar las gracias: mil gracias por vuestro esfuerzo, por vuestra confianza, por vuestra presencia. Y gracias también por habernos elegido.
No es un inicio, no es un final. Es un tiempo. Un hilo fino que avanza sin interrupciones. Y en ese hilo, vosotras y vosotros habéis dejado vuestra marca. Aquí quedarán vuestras risas, vuestros silencios, vuestros gestos, vuestras voces. También alguna que otra mentira, seguramente. Porque eso también se aprende.
Nosotros, siempre, os recordaremos.
A partir de ahora, otros caminos. Otros retos, otros miedos, otras oportunidades. Y nosotros, desde aquí, nos llevamos vuestra imagen, vuestro recuerdo. Y os deseamos: mucha suerte, muchas oportunidades hermosas, y sobre todo, valentía. Valentía para encontrar vuestro propio camino. Y puede que esos caminos vuelvan a construir puentes hacia la ikastola: como exalumnas y exalumnos, como estudiantes en prácticas, como madres, padres o como compañeras y compañeros. Porque aquí, las puertas seguirán abiertas para vosotras y vosotros.
Y ahora sí: gracias. ¡Felicidades! ¡Y que os vaya muy bien!